Hace poco menos de un año leí la reseña que Anocha Fis realizó en este blog sobre Hamnet, lo que hizo que leyera mi primer libro de Maggie O’Farrell: Sigo aquí, que me pareció un imprescindible de la literatura contemporánea. Así que un paso lógico era leer Hamnet y comprobar si la señora O’Farrell seguía estando a la altura (algo que me habían confirmado todos mis conocidos que leyeron este libro).
Antes de comenzar el libro propiamente dicho, nos encontramos con una referencia histórica que es un resumen de las 340 páginas siguientes:
En la década de 1580, una pareja que vivía en Henley Street (Stratford) tuvo tres hijos: Susanna y Hamnet y Judith, que eran gemelos.
Hamnet, el niño, murió en 1596 a los once años.
Cuatro años más tarde su padre escribió una obra de teatro titulada Hamlet.
Ya está perfectamente resumido el argumento. Desde la página -1 sabemos lo que va a ocurrir: la muerte. Pero este no es un libro de suspense (aunque en algunos momentos parezca que si), este es un libro de sentimientos, de entendimiento. De entender a la pobre madre (que es la verdadera protagonista) por todo el dolor que pasa, de comprender los extraños mecanismos que rigen la vida (y muerte) de los humanos y, sobre todo, de entender a unos desolados padres que pierden a un hijo de once años.
La prosa de la señora O’Farrell es colosal. Tiene una capacidad para transmitir sentimientos fuera de lo común. Como se dice por estas tierras: “vou bo de chorar”, de sufrir con una historia mágica, especial, triste, sumamente triste, pero verdadera (o por lo menos en parte), que nos hace volar hacia el siglo XVI, a otro mundo, a otra realidad, pero en el que los sentimientos siguen siendo los mismos que hoy en día.
Durante todo el libro pensaba que me había gustado más Sigo aquí, que en este se pasaba con tanto dolor, pero el final le da un significado especial a todo lo que hemos leído, le da aún más valor si cabe, por lo que no se por cuál de las dos novelas que he leído de Maggie O’Farrelll me decido. Esta obviamente os la recomiendo encarecidamente, con el aviso de que es dura, triste y maravillosa.