El intérprete del dolor es el tercero de los nueve relatos que componen la obra de esta escritora de ascendencia bengalí. Este título los representa a todos debido a que estas narraciones, contadas desde la India, EE. UU. y Reino Unido, expresan sentimientos universales que caracterizan al ser humano de manera global. Morriña, soledad, solidaridad, amistad o simplemente “confesiones , pequeños detalles con los que habrían herido o defraudado al otro o a así mismos “. Están escritos con tanta maestría que lo único que lamentas es que sus vidas se expresen a través de la concisión del relato.
El colorido de la cultura del subcontinente asiático lo empapa todo, hablantes de guayatí, hindi, bengalí y oriya ; dioses del sol y diosas protectoras; Nagamithumas que habitan en las profundidades del mar.
Duermen la siesta, los coches tienen el volante a la derecha, lavan los dientes con el dedo índice, el bermellón en polvo en la cabeza es la alianza de la mujer casada.
“Acompañaban las comidas con mango encurtido y todas las noches comían arroz con la manos. … se descalzaba en una habitación, masticaba semillas de hinojo después de las comidas como digestivo, no bebía alcohol y de postre mojaba sencillas galletas en una taza de té tras otra.” (Cuando el señor Pirzada venía a cenar)
Ritos y tradiciones como la ceremonia del primer arroz, la organización familiar de las bodas y la presencia constante de la emigración brotan de las páginas de este libro.
Como diría la gran narradora Boori Ma : “pueden creerme o no, pero leer este libro es un lujo con el que ustedes ni siquiera podrían soñar”.