He dudado mucho si escribir una reseña sobre este libro. En principio en Liborsaldesnudo no hablamos de libros juveniles, pero yo ya no entro dentro de la categoría de jovencito (aunque de espíritu sea uno) y he disfrutado enormemente con la novela. Además ¿qué es una novela juvenil?, ¿las que el protagonista es un adolescente?, ¿las  que hay aventuras?, ¿las que el autor pensaba en ese tipo de público? No sé, aventuras hay, también adolescentes, sin embargo no creo que Robert Louis Stevenson pensara en que los chavales fueran a leer su libro… Este tipo de calificativos nunca me gustaron, y realmente me parecen poco afortunados, ya que da la sensación que si has sobrepasado una determinada edad, ya no disfrutarías de determinadas obras maestras como ésta.

Y sí, posiblemente nos encontremos ante una obra maestra de la literatura universal. A mí no me gusta otorgar esos calificativos sensacionalistas, de hecho, hasta ahora sólo lo empleé con Los detectives salvajes de Bolaño, y ahora creo que lo puedo volver a emplear. Reconozco que en cuanto a su valor como innovación literaria o artística su importancia es más bien nimia, pero bajo mi punto de vista hay otras características por las que es merecedora de todos nuestros elogios.

1- Creó un género. Esto no es del todo cierto ya que existían novelas de piratas con anterioridad, un ejemplo  Las aventuras del Capitán Singleton de Defoe obra que Stevenson reconoce haber leído. Lo que nadie puede negar es que el aspecto de los piratas con pata de palo o el mapa del tesoro son elementos recurrentes de todo este tipo de literatura que tienen su origen en este libro.

2- Pese a que se escribiera hace más de 130 años sigue conservando esa fuerza, ese ritmo que te dan ganas de terminarla de un tirón. Me gustará ver como envejecen los best sellers actuales y si dentro de un siglo alguien se acordará de ellos.

3- Personajes como John Silver son mitos de la literatura, mil veces copiados y que son arquetipos de una sociedad ya extinguida, pero que mantienen toda su vitalidad y capacidad de emocionarnos.

4- Como dijo una vez Borges, leer La isla del tesoro es una de las formas de la felicidad. Tras estas palabras no hay nada más que decir.

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