No tengo muy claro como acabé leyendo a Fresán. Posiblemente haya leído una elogiosa crítica (ya que es un autor muy respetado) o que alguien me lo recomendara. No lo sé, y posiblemente no sea un dato muy importante, baste decir que es argentino, y loado por escritores como Bolaño o Vila-Matas.
Sobre el libro que nos ocupa en esta ocasión, debo decir que me es bastante complicado el realizar una crítica. Durante las primeras 50 páginas creía que había encontrado una obra maestra. Simplemente no podía dejar de leer. El tema central de la obra: JM Barrie y la infancia me parecía a la vez original y atrayente. Insisto, en el comienzo del libro te das cuenta de que estás ante un gran escritor que domina la técnica y el lenguaje como pocos.
Lo malo es que después, bajo mi entender, flojea un poco. Más que flojear, que posiblemente no sea la palabra que mejor define lo que sentí, me aburrió. Es que realmente parece que dejamos de leer una novela y pasamos a la biografía del autor de Peter Pan. Tantos datos biográficos, anécdotas y demás chascarrillos hicieron que casi dejara de leer la novela. No sé si son tan importantes para la trama o el desarrollo de los personajes, yo desde luego hubiera eliminado 100 páginas…
Afortunadamente, cuanto más nos acercamos al final, volvemos a retomar el ritmo y sube la calidad, hasta llegar al fin que aunque el esperado, no deja de sorprender.
El argumento se resume en la contraportada: “A lo largo de una noche, Peter Hook (célebre recluso autor de las novelas juveniles protagonizadas por el viajero temporal Jim Yang) relata la extraña vida de sir James Matthew Barrie: el creador de Peter Pan y creyente en la idea de la infancia eterna como forma de fe y de arte. Pero esto no es todo. Con la evocación del Londres victoriano y la bizarra relación de Barrie con los hermanos Llewelyn Davies como teatral telón de fondo, Jardines de Kensington explora también el misterio privado de Peter Hook: lo que recuerda y lo que ha decidido olvidar; la saga lisérgica de sus padres durante los Swinging Sixties; y la súbita y final recuperación de su pasado en los primeros años de un nuevo mundo marcado por el horror milenarista del «Había una y otra y otra vez…»”
Pues sí, nos encontramos ante un monólogo de Peter Hook en el que explica el porqué de sus actos. Una infancia perdida marcada por la muerte de un hermano, unos padres disolutos y la lectura de Peter Pan son los pilares que marcan su personalidad, que reflejará en su personaje mundialmente famoso: Jim Yang que surgirá como guía para una generación de niños.
Resumiendo, un buen libro. Para mi le sobra parte de la vida de JM Barrie, ya que hay momentos en los que se me hace algo tostón. No cabe duda que es un ejemplo del saber hacer de Fresán. Recomendable para todo aquel que sufra el síndrome de Peter Pan.