Hace bastante tiempo que leí El corazón es un cazador solitario, la primera y quizás más famosa novela de esta escritora americana. Me acuerdo que me había marcado por la tristeza de sus personajes, su soledad y unas relaciones sentimentales extrañas. Posiblemente también influía que aun era un adolescente, por lo que era más sensible a todos estos temas.
Como realmente me había gustado mi primera incursión en el universo McCullers, al encontrar en las novedades de mi biblioteca La balada del café triste, me decidí inmediatamente por acometer su lectura.
No me decepcionó. Ahí volví a encontrar esos amores tumultuosos, desiguales, no correspondidos, esa prosa triste, esos personajes atormentados por sus sentimientos. Supongo que te tiene que gustar ese tipo de literatura, pero no podemos ignorar su calidad. Es algo que me gusta de muchos escritores americanos: consiguen transmitir su universo sin necesidad de recurrir a frases empalagosas, descripciones agotantes, párrafos interminables. Su técnica es más concisa y más efectiva que muchos aclamados autores europeos.
Volviendo al libro debo advertir que son varios relatos cortos en el que destaca el que da nombre a este libro. En él encontraremos todas las claves de las que ya hemos hablado: amores no correspondidos, soledad, ¿homosexualidad?, etc. Es el relato que más me gustó aunque los demás también son muy interesantes.
Muy recomendable para todos los que queráis conocer a una de las mejores escritoras americanas de mediados del siglo pasado. Es una balada triste, que habla de la imposibilidad de la comunicación entre las parejas, de nuestra soledad pero al mismo tiempo de una belleza profunda que nos acerca a nuestra propia esencia.
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