Ya conocía a Amelie Nothomb de su primer libro publicado: Higiene del asesino, que me había causado una grata opinión, por lo que cuando cayó Estupor y temblores en mis manos no dudé en leerlo.
Lo primero que hay que saber de este libro es que se trata de una autobiografía (género que no me gusta mucho salvo honrosas excepciones como Sigo aquí de Maggie O’Farrell). Hay que reconocer que la señora Nothomb ha tenido una vida interesante, siendo belga de nacimiento vivió varios años de su infancia en Japón donde se enamoró de su cultura por lo que cuando termina su etapa formativa vuelve allí para trabajar como japonesa en una importante empresa nipona. Estupor y temblores nos relata el año que pasó en esa empresa.
Lo segundo que hay que saber es que Amelie Nothomb sabe escribir. Sí, me cuesta admitirlo, pero escribe bastante mejor (por no decir infinitamente) que yo. Diría más, escribe mejor que el 99,99% de los humanos. En Estupor y temblores se nota su mano. Está muy bien escrito. Se lee fácil pero a la vez transmite bien ese estupor y esos temblores que le producen sus compañeros de trabajo y las tradiciones y mentalidad nipona.
Lo tercero es que a mí también me fascina la cultura japonesa. Desde su comida, su arte, sus tradiciones, su cine y menos (aunque con sus excepciones) su literatura. Aquí se detallan muchas de las costumbres, tradiciones y leyes no escritas que rigen el mundo laboral en ese país. La única manera eficaz de describirlos sucintamente es: estupor y temblores, especialmente si eres una mujer.
Lo cuarto y último es que no me gustan las autobiografías. A mí me gusta la literatura. Entiendo que las anécdotas que describe Amélie merecen ser publicadas, pero me hubiera gustado que en el argumento hubiera algo más que su vida. Una buena historia o que se fijara más en sus sensaciones o en cualquier otro aspecto que le diera un poco más de salsa al libro.
Estupor y temblores está bien. Si te gusta la cultura japonesa te va a encantar. Pero para mí no merece los importantes premios que ha recibido.
Otra reseña de Amélie Nothomb en este blog: