Raymond Carver es otro de los autores que podemos incluir en “mis conversaciones Víctor”. Estas conversaciones suelen producirse por la noche, en el Curbeiro, cuando tras hablar de todo un poco acabamos en el recurrente tema de la literatura y entonces Víctor me habla de Fante, Bukowsky, el olvidado Hamsun y como no Carver.
Carver está considerado como uno de los escritores más influyentes del siglo XX (lo dice la Wikipedia no yo), por lo que tras las recomendaciones de Victor y viendo que la crítica lo adora, fui a la biblioteca para agenciarme alguno de sus libros. Vidas cruzadas era el único disponible por lo que a falta de otras opciones lo pedí prestado y lo leí.
Lo primero que debo decir es que Vidas cruzadas es una antología que consta de nueve relatos cortos, recopilada y publicada tras su muerte y tras el estreno de la película homónima de Robert Altman, por lo que al no ser una recopilación escogida por el autor, aún me parece menos representativa de su obra.
De todas maneras, es indudable que Vidas cruzadas rezuma Carver. Por todas partes vemos ese mundo áspero, lleno de perdedores, que luchan por seguir viviendo. Escenas duras, reales, contadas con gran maestría, sin juegos artificiales que recuerda tanto a los autores citados en el primer párrafo.
Sin embargo, pese a que reconozco que Carver debería estar en el Olimpo de los escritores, esperaba algo más de Vidas cruzadas. A lo mejor es que leí hace poco Pregúntale al polvo que me sigue pareciendo una obra maestra, o que simplemente no estaba en el humor indicado, o que este no es el mejor de sus libros, pero el libro para mí no pasa de un “está bien”, más cercano al “pasable” que al “muy bueno”. De hecho no creo que se lo recomendaría (insisto en que está bien) ya que en este estilo creo que hay unos cuantos libros bastante mejores.