451 grados Fahrenheit (232,8 ºC) es la temperatura a la que arde el papel.

La verdad es que no sé cómo encarar esta reseña. Puedo copiar lo mismo que dije de Crónicas marcianas: “Siempre creí que en el momento que leyera Crónicas marcianas o Farenheit 451, Ray Bradbury se convertiría en uno de mis autores favoritos”, pero como en ese caso, me he sentido de alguna manera defraudado. Quizás cuando pones tus expectativas tan altas es difícil que se vean cumplidas, o simplemente hay algo que no me gusta en la prosa de Mr. Bradbury.

Por otro lado creo que este libro debería ser de obligada lectura, no tanto por su calidad literaria, si no por el mensaje que transmite a favor de la cultura y antibelicista. Obviamente ahí no tengo nada que criticar. En algún momento de la ESO, los adolescentes deberían leerlo para ver cómo la televisión (ahora serían las redes sociales e internet) nos atontan y hace que seamos fácilmente manipulables, para comprender la importancia de los libros y la locura de la guerra.

Esta distopía está protagonizada por Guy Montag, de profesión bombero. Los bomberos son los encargados de quemar los libros por orden del gobierno ya que se consideran peligrosos para la felicidad de los ciudadanos ya que lo único que consiguen es llenarlos de dudas. Y todo debido a que la felicidad la da la televisión, a la que está totalmente enganchada la mujer de Montag, que en esa sociedad ocupa paredes enteras, y con la que se interactúa de una manera casi enfermiza.

Sin embargo Montag evoluciona y tras leer un libro se da cuenta de su importancia y pasa de quemarlos a intentar salvarlos, convirtiéndose en un proscrito y teniendo que abandonar la sociedad.

Indudablemente la novela sigue estando totalmente de actualidad en el mundo post Trump. Llama la atención que Fahrenheit 451 fuera publicada en 1953, pero cabe recordar que en aquella época tenían a McCarthy.

Entiendo que en otra reseña de este blog Ana Carballo calificara este libro como Muy bueno, yo creo que por algunos aspectos debería ser Imprescindible, pero como desde mi punto de vista literario deja que desear lo califico como pasable. Eso sí, contradictoriamente se lo recomiendo a todo el mundo para recordarnos por donde no debería transitar nuestra sociedad.

 

Otras reseñas sobre Ray Bradbury

Fahrenheit 451 por Ana Carballo

Crónicas marcianas por Rodrigo Teijeira

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